Traducción / Translation

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No us talleu gens!


18 de des. 2009

No hauríem d'aturar-nos una mica i reflexionar?

Aquests dies finals de l'any sempre tenen un ritme de vertigen... a la feina, perquè s'ha de tancar definitivament tot allò que no s'ha pogut tancar durant la resta de l'any, a casa, perquè cal trobar temps per fer de reis de l'Orient, de Paresnadal o de Tions, que cal mantenir les tradicions. I anem, atrafegats i amb una velocitat que m'ha fet pensar més d'un cop en una lectura de fa temps on es parlava d'un moviment anomenat Slow Down Culture, que planteja coses tan evidents com que cal prendre's la vida amb una mica més de calma. Què difícil resultar aplicar les obvietats una vegada adduits pel ritme de la nostra societat "avançada"! I és que... sembla que el món s'acabi!


I aquest ritme frenètic no es limita només al ritme amb què ens movem per sobreviure al nostre dia a dia, sinó que l'hem "exportat" al consum com a símbol i tòtem de la nostra canviant cultura assentada, entre d'altres qüestions, a sobre d'un tempo que exalta l'efímer com a qualitat que fa possible muntar tot un sistema econòmic (millor o pitjor, depèn de l'òptica amb què es miri) basat en el consum ininterromput i que penalitza la conservació de bens que abans eren quasi eterns i que ara duren menys i menys cada cop. 


Algú deu estar preguntant-se el perquè d'aquest inici (això espero!), i la raó no és una altra que ahir en Néstor, un bon company i amic, em va fer arribar un article [d'Eduardo Galeano] que reflexiona sobre com la presumpta evolució de la nostra societat es basa precisament en això, en fer que allò perenne s'hagi convertit en caduc i en fer que aquesta caducitat sigui cada cop més ràpida... Bé, no m'enrotllo més i reprodueixo a continuació l'article [de Galeano] que (malgrat que l'extensió us pugui semblar excessiva, val la pena, si voleu, prepareu-vos unes crispetes per acompanyar la lectura) va caure ahir a les meves mans i que vull compartir amb aquelles persones que passeu per aquí...


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Me caí del mundo y no sé por donde se entra 
(Para mayores de 30)
[Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo]
 

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!  ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!  ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!  ¡Es más!  ¡Se compraban para la vida de los que venían después!  La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.  Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando!! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
 
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!  ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!  Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no,  eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!!  Pero por Dios.
 
Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.

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Bé, i si heu arribat fins aquí... segur que teniu capacitat per suportar una darrera recomenació respecte de l'obra de Galeano: crec que hi ha un poema seu, Los Nadies, que mereix tota la consideració i que hauria de ser de lectura obligada per a tots aquells i aquelles que conformen això que hom diu 'la humanitat'. Si us ve de gust (us ho recomano), aquí teniu enllaços a la lletra del poema i a una videonarració del mateix.


Fins aviat.




Nota aclaratòria sobre l'atribució del text reproduit en aquesta entrada: 
Avui, dissabte 19 de desembre, he rebut un correu del departament de premsa de "Crónicas marcianas y uruguayas" en què m'expliquen que l'autor d'aquest text no és realment Galeano i que, com moltres altres pàgines, blocs i mitjans, he caigut en el parany de reproduir un text en creure'l d'·Eduardo Galeano, quan en realitat l'atribució hauria de recaure sobre un altre escriptor uruguaià, Marciano Durán. He revisat els enllaços que m'enviaven i, tot i les discrepàncies que manifesten alguns dels seus lectors, crec que val la pena aclarir que el text utilitzat en aquesta entrada sembla no haver estat escrit originalment per Eduardo Galeano i que tot sembla indicar que és en realitat la reproducció (amb alguna modificació) del text "Desechando lo desechable", de Marciano Durán.
Com que no es tracta de mitomania, sinó que el motiu que em va empènyer a publicar el text era el missatge que transmet, i això no canvia sigui quina sigui la font original, continua aquí dalt amb la mateixa validesa moral i amb la mateixa expressió poderosa de qui dicta com hem de viure la nostra vida (la societat de consum) que em van motivar a reproduir-lo.
 

5 comentaris:

  1. M'ha encantat el post i les reflexiosn del Galeano.

    Jo vaig crèixer en un poble i sota l'ala d'una àvia que ho reciclava tot molts anys abans de que es parlés de reciclatge. Venia d'un temps i un territori on tot s'havia d'aprofitar: les ampolles de cava del nadal servien per assenyalar els caminets de l'hort, amb l'oli de fregir feia sabó, sempre treia els botons de les camises abans d'esparracar-les i fer-ne draps, li donava la volta als abrics per deixar-los com a nous i amb la carn d'olla i les restes del rostit feia croquetes...

    Un altre ritme i una altra manera d'entendre el món.

    Jo, desde que fem reciclatge a casa, m'esparvero del volum de plàstics que podem generar en una setmana. No té sentit.
    I mira que baixo al mercat amb cabàs...

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  2. Déu del cel! I jo que creia que era la única que pensava així... Aquests escrits (tant el del Joanka con el de l'Eduardo) em fan sentir més acompanyada en aquest món cada dia més absurd que, per una banda, reclama ecologisme, estalvi energètic, etc. i per l'altra ens aboca a un consum desmesurat i innecessari.

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  3. Cuanta rao teniu amics, soc un valencia no consumiste, Anim Joanka cloud ;)

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  4. Que no soc anonim, es el put... androide que no va be. @QuiqueMora

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  5. @arati:
    doncs mira tu que al final sembla que el text no serà d'en Galeano. En qualsevol cas, això no li treu ni una centèsima de valor a les reflexions que fa l'autor.
    El reciclatge és un gran invent, però hauríem de col·locar-lo en tercera posició del rànquing d'aptituds positives i respectuoses amb el planeta en què vivim. En segona posició estaria la reutilització, aquesta que no hem après adequadament de les generacions que ens han precedit i que, tret d'honoroses excepcions, hem guardat al calaix de l'anecdotari històric de pràctiques del passat. I, en primer lloc, cal col·locar la reducció. La reducció de residus que generem, partint des del moment de la compra: un criteri de compra possible (n'hi ha molts i amb moltes variades motivacions) és seleccionar per a adquirir aquells productes que no incorporin emblocalls innecessaris, que l'empaquetatge imprescindible estigui fet amb materials biodegradables... i, sobretot, recuperant aquest cabàs que ens acompanya a mercat d'una manera molt més generalitzada.
    Gràcies, Judith, per passar per aquí.

    @PEPA:
    Doncs sí, el món es mou sovint entre dues aigües, en dicotomies insalvables... potser el problema rau en què la part del món que ens aboca al comsumisme ferotge i la part del món preocupada realment per dur una existència ecològicament sostenible, no acostumen a coincidir.
    Gràcies per aportar la teva visió.

    @QuiqueMora:
    El teu android decideix mantenir-te en l'anonimat i el critiques???? No, home, no, que tal i com està anant tot això de la Internet i de les "sindeces" que s'estan plantejant, potser ben aviat ens convidrà a tots passar anònimament per la xarxa ;-)
    Gràcies per venir.

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